En busca de la creatividad perdida

Me puse el gastado sombrero de cuero, me calcé las rasgadas botas, colgué el zurrón del hombro y el viejo colt del cinturón, junto a mi inefable látigo, y me lancé a la búsqueda de la creatividad perdida.

Batallé durante semanas con emboscados reality shows en televisión, con siniestros botellones nocturnos, con subrepticios comentarios en facebook e incluso con escatológicas declaraciones de políticos de alta alcurnia. Pero no alcancé mi objetivo. Mis mapas no me servían, pues sólo indicaban la situación de los McDonald’s y del Corte Inglés más cercanos. Mi GPS me hablaba en chino al ordenarme que a nuevecientos metros tomara la quinta salida de la rotonda, que una vez alcanzada sólo tenía tres.

En mi desesperación busqué en Google, en mi Blackberry, en la Xbox de mi hijo y hasta en libros de cocina africana. Busqué en las cuerdas de mi guitarra, en la papelera de una escuela, en las posturas de mi gato, incluso en el manual de uso de mi nueva caldera.

Al final, pregunté a mi terapeuta que me dijo que mirara dentro de mí, que la respuesta estaba en mí mismo. Y sí, allí estaba, ciertamente. Visto mi interior, vi que la creatividad, simplemente, aún no había llegado. Llegaba tarde, pero la creatividad no tiene hora de llegada.

La creatividad no se busca. La creatividad llega, y llega cuando le da la gana. La busques donde la busques, si llega, incluso estará en el McDonalds, en la caldera de gas o en la Blackberry.

Descargado de mis vestiduras de aventura y puesta la lavadora con la ropa sucia, me senté a esperar su llegada. Y vaya si llegó. Sí. Llegó con las vueltas de la ropa en la lavadora, en el vórtice que forma el jabón. Allí estaba, la muy descarada. Así que recurrí a mis mejores artes para retenerla.

Y lo que me dio,… bueno, eso ya llegará. Estoy en ello. Lo prometo. Pero es que ahora se me hace tarde y me pierdo Los Simpsons… Nunca es tarde, si la dicha es buena.


Te propongo que expliques cómo te lanzas tú a la búsqueda de tu propia creatividad: ¿la esperas tumbado en el sofá, frente a la tele puesta en cualquier programa? ¿O la reservas para etiquetar las fotos que cuelgas en facebook? ¿O quizás te asalta mientras estás chutando una pelota, peleando con una partitura, o en mitad de la clase de mates?
En cualquier caso,  este texto no es más que una propuesta para que expliques cómo y cuando te llegan las buenas ideas.

Comentarios

  1. El otro día en la clase de matemáticas mientras la profesora explicaba algo sobre las fracciones, yo estaba intentando inventar una historia, para poder hacer los deberes de catalán. Llegue a casa y no tenia nada, después de comerme mi bocadillo, que por cierto estava malisimo, seguí intentando escribir algo,me puse delante de un papel para intentar acabar los deberes que tantos quebraderos de cabeza me habían dado después de haber estado delante del papel.
    aun creo que no se me ocurrió nada por culpa de el gusto que me había quedado en la boca por culpa de ese dichoso bocadillo de chorizo, decidí dejar de quemarme la cabeza,y me puse a mirar la tele, estaba tranquilo los deberes no corrían prisa por que no eran para el día siguiente.
    no había manera no se me ocurría nada ya no sabia que hacer, esta muy aburrido, le pregunte a toda mi familia, que historia me podía inventar, me dieron alguna idea pero ninguna me acababa de convencer, estaba muy estresado, era de noche no había escrito ni una sola linea. No tenia solución lo tendría que hacerlo el día siguiente, pero nada no había manera todas las ideas que tenia no me gustaba ninguna. Por la noche ya tenia la escusa para darle al profesor para que no me bajara la nota y que me diera algún día mas para encontrar la historia perfecta.
    Al despertarme me di cuenta de que mi sueño era la historia perfecta, lo que estaba buscando hace días, y que con algo tan simple como consultarlo con la almohada podía darme la suficiente ayuda como para poder acabar muy
    historia.

    Adrian Mesa 4B

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. En busca de la creatividad perdida:

    Voy caminando por la calle y nunca se cuando va a aparecer, en un rincón oscuro, en un contenedor de basura, en la cola del papel de liar, en mi ordenador, en una ventana, o ¡yo que sé! Quizás la encuentre cuando menos me lo espere. O ahora mismo, de tanto pensar la voy a encontrar.
    Sentada en el sofá, frente al ordenador, comiendo, durmiendo, quizás también en un sueño.
    O ahora escribiendo, viendo mis dedos moverse entre letras y números y pensando cómo encontraré la creatividad entre esa multitud de letras reunidas en grupitos que, pequeñitos y juntos, significan algo. Una idea, una ilusión, un sueño, es mentira que todo es creativo y que el día a día esta formado por la creatividad. O pensando, no simplemente en lo que hacemos, sino observando a los demás: lo que hacen, piensan, sienten. en ese momento te sientes creativo al ver muchas vidas juntas, incluyendo la tuya, y notar las diferencias.

    Todo ser humano tiene creatividad, quizás la busque y no la encuentre o quizás la encuentre un día sin pensar. Pero mi manera de buscar la creatividad es pensando y reflexionando sobre el qué, cuándo y cómo.

    Judit Vilà Vilaró 4rt d'eso B

    ResponderEliminar
  4. EN BUSCA DE LA CREATIVIDAD PERDIDA

    Ocho metros cuadrados. Vueltas. Pasos. Uno, dos, tres, cuatro, uno, dos, tres, cuatro, uno, dos, tres, cuatro. Nada. No está. ¡He perdido la creatividad! No hay un momento que perder, hay que salir a buscarla.
    Abro la ventana y respiro el aire fresco. Mejor, el aire de dentro empezaba a estar viciado. Pero no resuelve nada. Saco la cabeza y miró hacia un lado y el otro, pero no la veo por ninguna parte. La llamo telepáticamente y espero. Nada, cierro la ventana, el aire es demasiado frío.
    Salgo de la pequeña habitación de ocho metros cuadrados, la verdad es que parecía encogerse poco a poco, alarmantemente. Bajo a la cocina y abro la nevera. Mucho y nada, que paradoja, ¿verdad?
    Mi hermano juega a la consola. Hace mucho que no juego a la consola. ¿Por qué? No lo sé. ¿A que juega?¿Qué juego es ese? Ah, sí, el Need for Speed. Mierda, nunca conseguí acabarlo. No importa, allí tampoco hay nada.
    Salgo al jardín y veo a mi perro haciendo el tontaina, saltando com un loco. Miró su plato del agua, vacío, igual que mi mente. Se lo lleno. Ojalá la mente se pudiera llenar con un grifo.
    Mis gatos están durmiendo en sendos colchones en el garaje. Tampoco allí hay nada.
    Cojo mi chaqueta y salgo a correr. Al cabo de un rato me caigo. Nada, ni el cansancio ni el dolor me ayudan. Empieza a oscurecer.
    Ceno y me voy a la cama. Cojo una manta de más, va a hacer frío. Ya en la cama, leo a Karl May y a Tolkien como último recurso para encontrarla. Nada, me resigno. Apago la luz y cierro los ojos. Fue así de sencillo. Siempre me ha costado conciliar el sueño y cuando llevaba un rato con los ojos cerrados, mil imágenes aparecieron ante mis ojos, historias fantásticas y los personajes más extravagantes que el mundo a podido imaginar. Creatividad, querida creatividad. ¡Al fin te encontré!

    ResponderEliminar
  5. Me puse una máscara, me la quité. Encendí la radio, la paré. Abrí la ventana. Me quedé un tiempo indefinido mirando fuera, observando los pájaros, las personas que circulaban por las calles, las hojas de los árboles que bailaban al ritmo del suave viento, los oscuros gatos que paseaban por el jardín de la vecina, el perro blanco que dormía plácidamente en el jardín de en frente, los coches que cada uno con una historia distinta circulaban por la carretera, lejos.
    Cerré la ventana y me senté en una silla. Cerré los ojos. Me estaba durmiendo y la creatividad se negaba en aparecer. Abrí Internet, fui al Google a buscar imágenes. De gatos, de perros, de coches, de flores, de abejas, de cómicos. No servia de nada. Empecé a dar vueltas por la casa, caminaba, caminaba i no paraba de caminar. Hasta que me cansé. Había caminado demasiado y no había conseguido nada. Me puse a hacer ruido, con el teclado del ordenador, con la silla, con el móvil, con los dedos, con los lápices. Ya desesperada la busqué en mi armario. Vestidos, chaquetas, pantalones, camisetas. Pero sin rastro de ella. Y es que mi cabeza se había bloqueado y ya no habían posibilidades de encontrar la traidora creatividad que me abandonaba cuando yo mas la necesitaba.
    Así que empecé a escribir palabras, palabras que me sirvieran para encontrar las palabras adecuadas. Escribiendo, escribiendo, escribí una historia, una historia dentro de mi cabeza, que se relacionaba con cada una de las palabras escritas. Al fin había encontrado la creatividad perdida.

    Clàudia Soler Rafart, 4D

    ResponderEliminar
  6. La creatividad, es algo difícil de encontrar, descartando aquellas persona que han nacido con el don de la imaginación.
    Yo, desgraciadamente no nací para ser creativa.
    En el momento que me encuentro con un papel y un lápiz y sin una sola instrucción a seguir, me entra pánico.
    Lo primero que pienso es que soy poco creativa, y que no tengo imaginación.
    Después de pasar unos segundos sin escribir nada, llego a la conclusión de que necesito ayuda. Algo muy útil para encontrar la creatividad es mi hermano pequeño, vive en un mundo de fantasía y le es muy fácil imaginarse cosas. Le pido una idea, pero el me da muchas, muchísimas.
    Seguidamente paso un buen rato escogiendo la mejor. Pero nunca la encuentro, porque la creatividad es una cosa personal. Se pueden utilizar las ideas de otros como ejemplo, pero no se pueden copiar, eso no es creatividad.
    Es solo entonces cuando empiezo a buscar la creatividad de verdad, la encuentro en muchos sitios, sentada en mi balcón, dibujando, leyendo, o a veces también hablando por teléfono.

    Es muy raro, a pesar de saber en que sitios la encuentro, siempre necesito pasar el rato sin escribir, preguntar a mi hermano, y porque no decirlo, quejándome sin parar.


    Raquel Maldonado Monterito

    ResponderEliminar
  7. EN BUSCA DE LA CREATIVIDAD PERDIDA

    Estoy jugando a fútbol y me acuerdo que tenia que hacer un trabajo de castellano, así que mientras juego intento pensar en que hacer para el trabajo de castellano. Cada vez que toco la pelota no me acuerdo del trabajo, solo me acuerdo cuando no estoy con ella en mis pies. Sigo pensando y jugando; pero no puedo hacer las dos cosas, así que decido concentrarme en el partido.
    Después del partido, salgo corriendo en dirección a casa para hacer el deber de castellano. Por el camino voy pensando, mientras escucho música o mientras compro algo de comida, pero estoy tan cansado del partido que no se me ocurre nada. Al llegar a casa pregunto a mi familia si me podían ayudar a pensar, y me dieron algunas ideas, pero eran demasiado difíciles para mí, así que decido irme a la cama a pensar.
    Una vez descansado; solo 30 minutos de descanso, porque sino no acabo los deberes; me pongo a comer algo. Mientras como, decido ponerme a escribir las ideas que se me pasen por la cabeza. Con lo que he escrito, voy relacionando las ideas y al final sin quererlo me sale un prototipo del trabajo. Así que ya tengo medio trabajo hecho. Con paciencia y una mente en blanco acabo mi trabajo. Esto me ayuda a entender que las buenas ideas a veces no son las que piensas tanto, sino las que te vienen de repente sin pensarlo tanto. Mi creatividad no son más que las ideas que me vienen de repente sin tener que estar pensando.




    Dustin Almeida Granda

    ResponderEliminar
  8. Me pongo a dibujar pero no me sale nada. Decido escribir a ver si…nada. Que me está pasando? Es que no tengo inspiración, creatividad?
    Voy a ver un rato a ver la tele igual de esta forma se me ocurre algo. Pero nada. A lo mejor escuchando música…nada. Me conecto al ordenador. Nada. Toco el violonchelo. Nada. Voy a pasear por el pueblo. Nada. Leo diferentes libros, de poesía, de amor, de aventuras…nada. Juego a las cartas. Nada. Empiezo a leer las noticias del diario. Nada. Hago fotos y tampoco consigo nada. Intento coser y aparte de pinchar-me con la aguja, nada. Me voy con la bicicleta i vuelvo cómo me esperaba, con las manos vacías. Hago todo lo que se me ocurre pero no consigo nada de nadaaa!!!

    Pienso, pienso, pienso…¿Qué tengo que hacer? Pero no encuentro ninguna solución, así que sin saber a dónde ir cojo un lápiz y una libreta y me voy. Decido ir al parque municipal, a ver si allí consigo algo. Cuando llego encuentro muchísimos niños en los columpios, en el tobogán y me acuerdo de lo feliz que puede ser un niño y de la inevitable desgracia que supone crecer. Hay también chicos más mayores jugando a fútbol muy animados, allí, en el césped.
    De pronto me invaden unas ganas locas de dibujar, así que me siento en el banco más cercano, al lado de unos árboles muy altos y preciosos y mientras miro a todos esos niños con una sonrisa en la cara, empiezo a dibujar sin saber lo que estoy haciendo, es cómo si mis manos se movieran solas, ahora si que he encontrado la creatividad. Supongo que todo lo ha causado la felicidad que he visto cuando he llegado al parque. Pero…Un momento.¿Qué estoy dibujando? ¿Formas sin sentido? ¿Trazos extraños? No…Creo que tal vez…sí, eso es. Son sonrisas o felicidad o recuerdos o pensamientos o alegría o…simplemente, los sentimientos más bellos del mundo?

    ResponderEliminar
  9. Mi mente es extraña. Ella no busca la creatividad; aparece en unas circunstancias especiales de mi vida, de las cuales, no puedo estar muy orgullosa. Situaciones en que la tristeza, la soledad, la amargura, la melancolía, están presentes en mi.

    La felicidad, hace que me sienta incapacitada para buscar la creatividad; cuando estoy feliz, mi mundo es diferente; vivo de una forma distinta la vida. La creatividad, no se adentra dentro de mi ser. Cuando estoy satisfecha con lo que hago, de mis virtudes; cuando me acepto a mi misma; cuando río y estoy alegre, ella nunca aparece.

    Mi bienestar, provoca una barrera contra la imaginación, las buenas ideas; el confort y la paz, no necesitan crear poesías, músicas, textos. En el tiempo que soy feliz, la llamada creatividad, desaparece de mis aledaños; se esfuma de mi mente. Mi instinto escritor, poético y musical, necesita la tristeza para procrear.

    Mis medios de escape, son la música, la poesía y la narración. En el momento en que la pena y la desolación se adueñan de mi esencia, se produce una intensa necesidad de escribir, de tocar el piano, de inventarme cuentos, de idear melodías, de crear poesías.

    Así que necesito ser infeliz para que aparezca la creatividad, sin necesidad de buscar-la. Ella solita aparece delante de mí, para que pueda aliviar y consolar mi tristeza por medio de la la poesía la narración y la música.

    Laura Homs Pérez

    ResponderEliminar

Publicar un comentario